OPERETAS Sólo Musicales
Una marca, un espacio, muchas historias
Desde 1994 los autores Gustavo Palacios Pilo y Juan Candioti han creado un camino para el Teatro Musical allí donde no existía. Oriundos de la ciudad de Santa Fe, capital de la provincia del mismo nombre en Argentina, generaron un verdadero repertorio inédito de musicales produciendo libros, música y canciones de autoría absolutamente original. Con ello marcaban un camino como creadores y como gestores de un género nunca antes desarrollado de modo sistemático en su contexto. Con el apoyo académico y logístico de las profesoras Miriam Heredia y Alicia Ortiz, iniciaron un camino que fue generando la apertura de nuevos espacios en el ámbito urbano y que continúa desarrollándose hasta el día de hoy.
Un estilo
En los musicales de Palacios Pilo y Candioti, confluyen muchas vertientes estéticas: desde el musical tradicional de Broadway y el West End hasta un toque inevitablemente latinoamericano e incluso local que hace que sus producciones se parezcan a los musicales más tradicionales y a la vez, se diferencien. Sus obras siguen un lenguaje que construye a la convención propia del Musical pero al mismo tiempo proponen una mirada diferente, una osadía que rompe los moldes y proyecta una creatividad basada en la identidad nacional de los autores.
Directores y productores de sus puestas en escena, ambos autores han creado tanto con abundancia de recursos como con la extrema escasez de los mismos. Esa capacidad de adaptación a una forma de trabajo y otra ha dado por resultado una diversidad de miradas respecto de lo escénico( por otra parte propios de Argentina) que, de alguna manera, ha ido construyendo una nueva poética, una manera de recrear el musical desde su grandiosidad operística hasta su despojo casi absoluto. En ellas confluye la fuerza del texto, la construcción dramática y la belleza de la música sumadas a una mirada lírica que tiñe tanto las obras de tono melodramático( “Septiembre, un musical para enamorar”, “Mientras tomas tu café”, “Jélous!”) hasta las de corte épico y evocador ( “Soy, Esa Alfonsina, un Musical”, “Gallitrap, el cuento de hadas que no nos contaron”) sin obviar la comedia de enredos que explora la estética camp/ kitsch como “Bufa, la vida es un musical”.
Si hubiera que definirlo de alguna manera, quizá podríamos hablar de una libertad creativa que se basa en el juego, los momentos extremos y las baladas de gran porte hasta los coros que fusionan una escena con otra en un uso a veces clásico y un tanto “sondheim” de sus recursos narrativos.